*El jinete poblano sobrevivió a uno de los más dolorosos accidentes aéreos de México; hoy enorgullece a México y es un ejemplo para el mundo
Katya López Cedillo
Puebla, Pue.- Para Federico Fernández, la vida se construye a base de elecciones y hasta la más oscura adversidad le ha mostrado una oportunidad para elegir un camino: el de la felicidad, sobre el de la desdicha.
El jinete poblano compitió en París 2024, al lado de Romeo, en sus cuartos Juegos Olímpicos y logró un histórico décimo sitio con el equipo de salto, al lado de Carlos Hank con Porthos y Eugenio Garza con Contago; un lugar que México no alcanzaba desde hacía 44 años en Moscú 1980.
Federico llegó a la justa francesa como el jinete más experimentado del equipo; celebraba 20 años de su debut olímpico y por sobre todo, como cada día: celebraba la vida que hace 37 años cambió para siempre y eligió que ese cambio fuera para bien.
Era 1987 y el reloj pasaba de las 5 de la tarde entre el tráfico carretero de la México-Toluca del viernes 30 de julio, cuando un Boeing C-97G se estrelló entre los autos tras dejar una estela de llamas, destrucción y muerte.
A las 17:01 despegó el vuelo operado por Belize Air International; se dirigía a Florida, para llevar al equipo ecuestre Las Águilas de México, entre jinetes y caballos, a competir en el Young Riders Championship; uno de ellos era Federico…pero desde que salió de la pista 23, se avecinaba una tragedia.
En la Torre de Control del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México se le vio despegar a baja altura y, tras dejar una estela de humo, pasó casi rozando edificios como: la Torre de Mexicana y el World Trade Center, hasta chocar frente a la carretera federal.
Entre el desastre hubo 49 fallecidos, 62 heridos y 17 de 18 caballos muertos*.
El avión -fabricado en la década de los 40- estaba sobrecargado, no contaba con la infraestructura para mantener a los caballos en sus sitios y al despegar, éstos se replegaron, lo que causó un desequilibrio del peso en el avión en su parte trasera, así perdió su centro de gravedad y no pudo tomar la altura mínima para volar.
Federico recibió el deporte ecuestre como una herencia de su abuelo materno, Federico Senderos -quien ganó una medalla de plata en los Juegos Panamericanos de 1975- en el camino a labrar su propio camino para saltar alturas montando equinos, quería elevar su nivel y por ello viajaba en ese avión; tenía apenas 19 años de edad cuando se debatía entre estruendos, llamas y colisiones.
Cualquiera diría que tras ese capítulo, comenzaron las desdichas, pero no Federico.
“Cosas increíbles llegaron después de eso. Ahora puedo decir que si pudiera revivir mi vida, no le cambiaría nada (…) desde entonces entendí que después de lo que me pasó, era mi obligación ser feliz”, confesó.
Tras ser rescatado, Fernández Senderos pasó seis meses en un hospital de Galveston, Texas, en un lento y doloroso proceso de recuperación.
“Eso me hizo crecer muy rápido…y creo que también me ayudó a convertirme en una mejor persona”, consideró el deportista nacido en Napalucan, Puebla, quien después del accidente vivió más de 50 cirugías faciales y desistió de seguir en el quirófano al reestructurarse y valorar su ser sobre su aspecto.
“También aprendí a no preocuparme por las cosas que no importan y enfocarme en las cosas que sí puedes cambiar; aprendí a vivir cada día como el último y a crear una vida en la que cada vez que me vaya a acostar, deseo que la noche se vaya muy rápido porque en verdad al otro día quiero seguir adelante”.
Así se decidió a seguir con sus sueños sobre los caballos: un año después del accidente, ganó el Grand Prix de la CDMX y en 1989 clasificó a la Final de la Copa del Mundo de Salto de la FEI de Tampa, Florida.
Pasaron 16 años después de esa inflexión en su vida, cuando representó a México en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo, República Dominicana, en 2003 y ganó plata en la prueba de salto por equipos al lado de uno de sus admirados: Gerardo Tazzer.
En 2018 Federico fue parte del equipo que ganó el Aga Khan Trophy en Dublín, Irlanda, una victoria inédita en el deporte ecuestre mexicano que festejó como cada día celebra la vida misma y antes de llegar a los Olímpicos de París 2024, contribuyó a ver al equipo nacional con la medalla de plata en el Festival Ecuestre Mundial CHIO Aachen de Aquisgrán, Alemania, un hecho inédito ver a un equipo latinoamericano en el podio del evento.
Pero por sobre todos los logros, tuvo el triunfo de elegir cómo ver cada día de vida con sus vaivenes, su dulzura y sus sinsabores.
“Es tu voluntad, tu espíritu, tu determinación y tu poder lo único que puede transformar una experiencia como eso en algo que sea para tu beneficio, en vez de vivirlo en tu contra…pero solo tú eliges”, compartió el jinete de 56 años de edad, quien cada día ha elegido ser feliz…por obligación con el segundo aliento que le regaló la vida.
*El único caballo que sobrevivió a este accidente aéreo fue ‘Pepito’, quien al año siguiente logró competir en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, al lado del jinete mexicano Everardo Hegewisch.